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viernes, 22 de noviembre de 2013



ESTRATEGIAS DEL DISCURSO LITERARIO


Las voces del relato

(Características del narrador. Persona gramatical y punto de vista.)

El narrador puede estar en 1era, 2da o 3era persona gramatical. Este rasgo lo reconocemos en el uso de las inflexiones verbales y de los pronombres personales y posesivos.

Además de la posición dada por el uso de la persona gramatical, el narrador presenta su visión de los hechos, es decir, su punto de vista. Esto es lo que Tzvetan Todorov denominó "aspectos del relato" o "visiones". (1)



1.1 Narradores en 3era persona:

 a) Narrador omnisciente.

Llamamos narrador omnisciente a la voz que relata los acontecimientos y conoce la subjetividad de todos los personajes; es interior a sus consciencias (según Todorov, narrador "por detrás").

Ejemplo:


"Sin ganas silba un tango mientras se aparta de la ventana abierta, busca el pulóver en el armario y empieza a ponérselo delante del espejo. No es fácil, a lo mejor por culpa de la camisa que se adhiere a la lana del pulóver, pero le cuesta hacer pasar el brazo, poco a poco va avanzando la mano hasta que al fin asoma un dedo fuera del puño de lana azul, pero a la luz del atardecer el dedo tiene un aire como de arrugado y metido para adentro, con una uña negra terminada en punta. De un tirón se arranca la manga del pulóver y se mira la mano como si no fuese suya, pero ahora que está fuera del pulóver se ve que es su mano de siempre y él la deja caer al extremo del brazo flojo y se le ocurre que lo mejor será meter el otro brazo en la otra manga a ver si así resulta más sencillo. Parecería que no lo es porque apenas la lana del pulóver se ha pegado otra vez a la tela de la camisa, la falta de costumbre de empezar por la otra manga dificulta todavía más la operación, y aunque se ha puesto a silbar de nuevo para distraerse siente que la mano avanza apenas y que sin alguna maniobra complementaria no conseguirá hacerla llegar nunca a la salida. Mejor todo al mismo tiempo, agachar la cabeza para calzarla a la altura del cuello del pulóver a la vez que mete el brazo libre en la otra manga enderezándola y tirando simultáneamente con los dos brazos y el cuello." (No se culpe a nadie, Julio Cortázar)

Se puede ver en el ejemplo anterior, un rasgo que acompaña con frecuencia a este tipo de narrador: profusión de juicios de valor acerca de situaciones o actitudes de los personajes. Esto acentúa la posición no sólo interior de la voz que narra, sino también y al mismo tiempo superior o elevada, lo cual favorece la presencia de evaluaciones y valoraciones por parte del enunciador.



b) Narrador "con" el protagonista.


Llamamos narrador "con el protagonista" a la voz que narra en 3era persona desde la conciencia del personaje. Ve con sus ojos, piensa con sus pensamientos, siente con sus sentimientos. Podemos decir que el narrador está "instalado" en la subjetividad del personaje. Llamado por Todorov el narrador de Kafka, este punto de vista del relato es característico en la obra del celebre escritor checo, y se convirtió en uno de los mas empleados en la narrativa del siglo XX.

Ejemplo:


Allí estaba el castillo -su contorno ya empezaba a desvanecerse-, quieto como siempre; jamas había visto K, en él el menor indicio de vida; quizá ni siquiera era posible distinguir nada a esta distancia; y sin embargo, los ojos exigían esos indicios y se resistían a tolerar esa calma. Al contemplar el castillo, K. sentía, por momentos, como si viera a alguien tranquilamente sentado, con la mirada dirigida hacia delante, pero de ningún modo ensimismado ni ajeno a todo lo que le rodeaba... (Kafka, Franz: El castillo, Buenos Aires, ceal, 1979)

 c) Narrador testigo

Llamamos narrador testigo a la voz que narra en 3era o en 1era persona desde fuera de los acontecimientos. Es decir, es una voz informada, pero no participa de los hechos. Narra lo que vio y oyó, o bien lo que le contaron, escuchó o leyó.

A veces se presenta como un personaje que encuentra un manuscrito, o un texto antiguo o ajeno, y transcribe su contenido. En este ultimo caso estaríamos ante una estructura enmarcada, y el narrador testigo asume el carácter de personaje en el "cuadro exterior".


Ejemplo:


"No quedó en el matadero ni un solo ratón vivo de muchos millares que allí tenían albergue. Todos murieron o de hambre o ahogados en sus cuevas por la incesante lluvia. Multitud de negras rebusconas de achuras, como los caranchos de presa, se desbandaron por la ciudad como otras tantas arpías prontas a devorar cuanto hallaran comible. Las gaviotas y los perros, inseparables rivales suyos en el matadero, emigraron en busca de alimento animal. Porción de viejos achacosos cayeron en consunción por falta de nutritivo caldo; pero lo más notable que sucedió fue el fallecimiento casi repentino de unos cuantos gringos herejes que cometieron el desacato de darse un hartazgo de chorizos de Extremadura, jamón y bacalao y se fueron al otro mundo a pagar el pecado cometido por tan abominable promiscuación.
Algunos médicos opinaron que si la carencia de carne continuaba, medio pueblo caería en síncope por estar los estómagos acostumbrados a su corroborante jugo; y era de notar el contraste entre estos tristes pronósticos de la ciencia y los anatemas lanzados desde el púlpito por los reverendos padres contra toda clase de nutrición animal y de promiscuación en aquellos días destinados por la Iglesia al ayuno y 1a penitencia. Se originó de aquí una especie de guerra intestina entre los estómagos y las conciencias, atizada por el inexorable apetito y las no menos inexorables vociferaciones de los ministros de la Iglesia, quienes, como es su deber, no transigen con vicio alguno que tienda a relajar las costumbres católicas: a lo que se agregaba el estado de flatulencia intestinal de los habitantes, producido por el pescado y los porotos y otros alimentos algo indigestos." (Echeverría, Esteban: El matadero).


Ejemplo 2: 

"Dicen (lo cual es improbable) que la historia fue referida por Eduardo, el menor de los Nelson, en el velorio de Cristián, el mayor, que falleció de muerte natural, hacia mil ochocientos noventa y tantos, en el partido de Morón. Lo cierto es que alguien la oyó de alguien, en el decurso de esa larga noche perdida, entre mate y mate, y la repitió a Santiago Dabove, por quien la supe. Años después, volvieron a contármela en Turdera, donde había acontecido. La segunda versión, algo más prolija, confirmaba en suma la de Santiago, con las pequeñas variaciones y divergencias que son del caso. La escribo ahora porque en ella se cifra, si no me engaño, un breve y trágico cristal de la índole de los orilleros antiguos. [...]En Turdera los llamaban los Nilsen. [...] Los Nilsen eran calaveras, pero sus episodios amorosos habían sido hasta entonces de zaguán o de casa mala. No faltaron, pues, comentarios cuando Cristián llevó a vivir con él a Juliana Burgos." (Borges, Jorge Luis: "La intrusa").


 Como se observa a simple vista, los dos ejemplos son muy distintos. En el primero, tenemos un narrador testigo que, mas allá de sus eventuales juicios de valor y posición de observador, no se hace presente en el relato, no participa en ninguna de las acciones representadas, no ocupa ninguno de los espacios ficcionales. En el segundo, en cambio, tenemos un personaje que se presenta como testigo de los hechos que van a ser narrados, construyendo un doble plano ficcional (la antedicha estructura enmarcada).

 Algunos textos que se ocupan de estos casos, han hecho la distinción llamando "narrador observador" al primero, y reservando la denominación de "testigo" para el segundo caso y, en general, para aquellos relatos en los que el narrador tiene algún grado, aunque sea secundario, de participación o presencia física en el espacio narrativo. Por ejemplo, el primer narrador del celebre "La posada de las dos brujas", de Joseph Conrad, o el narrador "exterior" de las leyendas de Gustavo Bécquer. También cabe señalar que -como se observa en los ejemplos- el primer caso se da con mayor frecuencia en tercera persona, y el segundo caso prefiere la primera persona gramatical.


1. 2. Narrador en 2da persona.

Este punto se corresponde casi siempre a la ficcionalizacion de una de las siguientes situaciones comunicativas:

a) El narrador se presenta como el emisor de una carta.

b) El narrador se presenta en conversación con un interlocutor mudo o ausente.


Ejemplo:

"Usted sabe por qué vine a su casa, a su quieto salón solicitado de mediodía. Todo parece tan natural, como siempre que no se sabe la verdad. Usted se ha ido a París, yo me quedé con el departamento de la calle Suipacha, elaboramos un simple y satisfactorio plan de mutua convivencia hasta que septiembre la traiga de nuevo a Buenos Aires y me lance a mí a alguna otra casa donde quizá... Pero no le escribo por eso, esta carta se la envío a causa de los conejitos, me parece justo enterarla; y porque me gusta escribir cartas, y tal vez porque llueve." (Cortázar, Julio: "Carta a una señorita en Paris").
Como se observa, la segunda alterna necesariamente con la primera persona, como corresponde al acto comunicativo que se ficcionaliza. 

Ejemplo 2:

"No te preocupes, discúlpame este gesto de impaciencia. Era perfectamente natural que nombraras a Lucio, que te acordaras de él a la hora de las nostalgias, cuando uno se deja corromper por esas ausencias que llamamos recuerdos y hay que remendar con palabras y con imágenes tanto hueco insaciable." (Cortázar, Julio: "Relato con un fondo de agua").

El relato en segunda persona puede no proponerse como representación de un acto comunicativo. En estos casos el tono suele ser de monólogo interior, o de reflexión "frente al espejo" (espejo real o imaginario).


 Ejemplos:

"Y sí, parece que es así, que te has ido diciendo no sé qué cosa, que te ibas a tirar al Sena, algo por el estilo, una de esas frases de plena noche, mezcladas de sábana y boca pastosa, casi siempre en la oscuridad o con algo de mano o de pie rozando el cuerpo del que apenas escucha, porque hace tanto que apenas te escucho cuando dices cosas así, eso viene del otro lado de mis ojos cerrados, del sueño que otra vez me tira hacia abajo." (Cortázar, Julio: "El río", en: Final del juego, op. cit)
"Tú, ayer, hiciste lo mismo de todos los días. No sabes si vale la pena recordarlo.Sólo quisieras recordar, recostado allí, en la penumbra de tu recámara, lo que va a suceder: no quieres prever lo que ya sucedió. En tu penumbra, los ojos van hacia delante;" (Fuentes, Carlos: La muerte de Artemio Cruz)


 1. 3. Narrador en 1era persona:

  a) Personaje.

 El narrador personaje es aquél que narra en primera persona sucesos de los que es o ha sido partícipe. Puede ser protagonista o no.


 Ejemplos:
"Me asignaron una habitación exigua en el cuarto piso del hotel. Saben que formo parte del séquito del general. Todo hace pensar que se las han arreglado para darse a conocer. Al general le tienen aquí todos por un acaudalado magnate ruso. Aun antes de la comida me mandó, entre otros encargos, a cambiar dos billetes de mil francos. Los cambié en la caja del hotel. Ahora, durante ocho días por lo menos, nos tendrán por millonarios." (Dostoyevski, Fedor: El jugador)
 b) Testigo.

Como ya hemos dicho, el narrador testigo es la voz que narra (en 3era o en 1era persona) desde fuera de los acontecimientos. Es decir, una voz informada, pero no participa de los hechos. Narra lo que vio y oyó, o bien lo que le contaron, escuchó, leyó.

  Ejemplo:
"Cuentan que es raro. Lástima que en estos tiempos de sencilla estupidez no sepamos ya qué creer cuando nos dicen que un hombre es raro. Esa noche le hallé en una mesa de café, en reunión. Me senté un poco alejado, dispuesto a oír prudentemente de lejos. Conversaban sin ánimo. Yo esperaba mi historia, que debía llegar forzosamente. En efecto, alguien, exami­nando el mal estado de un papel con que se pagó algo, hizo recriminaciones bancarias, y Bellamore, crucificado, surgió en la memoria de todos. Zaninski estaba allí, preciso era que contara. Al fin se decidió; yo acerqué un poco más la silla."  (Quiroga, Horacio: "El triple robo de Bellamore")





1 Todorov, Tzvetan: "Las categorias del relato literario", en: Análisis estructural de los relatos, Buenos Aires, Editorial Tiempo contemporán
eo, 1970.